Transitar : diseño institucional para gestionar la transición de pacientes de efectores pediátricos a efectores de adultos

Fecha

2024-08-08

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Editor

Facultad de Ciencia Política y Relaciones Internacionales.
Resumen
La atención óptima de la salud se alcanza cuando cada persona recibe, a lo largo de toda su vida, el cuidado médico apropiado. Un elemento clave es la continuidad de ese cuidado en los diferentes estadios del desarrollo y, en particular, al pasar de la pediatría a la medicina del adulto1. Lo cual, redundará en una mejor calidad de vida adulta de estos pacientes. El concepto de transición se aplica a todos los pacientes, tanto sanos como con enfermedades crónicas. “El objetivo de una transición planificada del cuidado de la salud es maximizar el buen funcionamiento y el bienestar de las juventudes con requerimientos especiales de salud o sin ellos”2. Es sabido que muchos pacientes con enfermedades crónicas presentan retraso en la adquisición de pautas psicosociales, como también en el desarrollo sexual. Las limitaciones físicas, el uso de medicación, el retardo de crecimiento y retraso puberal, que pueden aparecer en muchos casos, suelen entorpecer la posibilidad de establecer nuevas relaciones. El paso del adolescente, con una enfermedad crónica o sin ella, a la atención del médico de adultos, puede ser considerado como un evento, o un proceso, este último no necesariamente se relaciona con la edad cronológica, sino con el desarrollo madurativo y con aspectos psicosociales, educativos y vocacionales. Por ello, la transición comienza en pediatría pero continúa en los servicios médicos de adultos. La transición considerada como un proceso, debe darse de manera gradual, pues implica un proceso planeado en el tiempo para la detección de recursos educacionales, médicos y de atención de los servicios de adultos. El proceso de transición debe comenzar el día del diagnóstico, es decir: plantear la transición desde el inicio, apunta a reafirmar las capacidades del niño o del adolescente y no los déficit, pensándolo como un futuro adulto con poder de decisión y responsabilidades, lo cual implica un proceso de preparación. Este tipo de afirmaciones, si bien ciertas, se deberán adaptar a cada situación en particular, para elegir el momento y la forma adecuada de iniciar la preparación. El adolescente y su familia deben estar involucrados en la decisión de la transición. Esta planificación debe adaptarse de manera flexible a los tiempos que requiera cada paciente, para ir logrando el desarrollo de su capacidad de autonomía en distintas áreas de su vida. Los médicos pediatras y la familia deben prepararse para “dejar ir al adolescente”. Es menester saber reconocer cuándo el paciente-niño ya es capaz de su autocuidado, favorecer su crecimiento y facilitar la transición. En este aprendizaje, es esencial la coordinación entre los servicios tratantes, sea pediátricos y adultos, familia y paciente

Palabras clave

Adolescencia, Salud pública, Enfermedades crónicas

Citación