Un comunicador suelto en el territorio : huellas de un laboratorio sonoro

¿Qué es educar? ¿Qué es comunicar? ¿Se puede educar comunicando? ¿Se puede comunicar educando? ¿Cómo se puede pensar la educación desde la comunicación? ¿Cómo se inserta la comunicación dentro de un ámbito educativo? ¿Qué se pone en juego a la hora de construir espacios educativos relacionados a la comunicación? Estos son algunos interrogantes que surgieron antes de empezar a desarrollar estas líneas. Es muy probable que durante los capítulos siguientes se hallen algunas contradicciones relacionadas a las emociones. Técnicamente puede que sea erróneo, pero tiene que ver con la necesidad de escribir y desarrollar el proceso del caso desde la experiencia propia y sin demasiados tapujos. Este trabajo surge de una experiencia que comenzó siendo una práctica laboral puntual pero que terminó brindando herramientas fundamentales para comprender la forma de vincularse, de relacionarse, de intercambiar. En definitiva, de comunicarse con otro. Este espacio educativo analizado se transformó en una de las primeras experiencias docente de quien escribe. La aparición de este documento está relacionada a la necesidad de encontrar algunas claves de esta vivencia que explique la transformación que se generó en mi práctica luego de este proceso. ¿Por qué salí distinto? ¿En qué me modificó? ¿Qué me aportó? Me costó mucho encontrar un tema para trabajar el proyecto final de grado de Comunicación Social. Me era difícil buscar algo que me entusiasme. Sin embargo, el tema estaba ahí. Lo tenía incorporado en la propia experiencia. Lo llevaba conmigo, en mi propio cuerpo, en las sensaciones generadas, en las anécdotas, en el registro fotográfico y mental. Entonces, ¿Por qué no podía verlo? Probablemente, porque mi yo cartesiano me obligaba a generar un producto ideal, con verdades absolutas y armando un paquete cerrado de ideas para mostrarles a otros lo que yo sabía, sé y sabré. En el camino me encontré con otras maneras de entender qué significa “comunicar algo”. Me pude empezar a dar cuenta de que no necesariamente debía ser yo quien brindara todas las ideas, quien llevara la propuesta cerrada para recibir aplausos, que del otro lado también había alguien que podía aportar y aportarme, a quien yo también podía aportar. Esto me permitió trazar las primeras líneas de este trabajo que, en gran parte, ya estaba armado. Porque ya se había experimentado. Desde allí parte este trabajo. Desde la experiencia, desde el vínculo, desde la convivencia, desde el intercambio de ideas, desde la producción de sentido colectivo, desde un juego de palabras que surgen de diferentes historias de vida, desde la comunicación como una herramienta compleja y fundamental para pensar las relaciones. Comunicación que puede ser utilizada de múltiples maneras pero que depende de esa elección para saber qué tipo de juego se va a jugar, qué vínculo se va a generar. A partir de este caso analizado, quien escribe pudo empezar a ver los vínculos de forma diferente, la comunicación entre actores de forma diferente. Se pudo comenzar a entender al comunicador como un sujeto que habilita caminos para la producción de sentido y tiene como misión transformarse en un sujeto crítico. En términos educativos, un sujeto generador de espacios para la reflexión con la posibilidad de no brindar nada empaquetado, capaz de “dar pases” para que otros puedan definir desde su mirada y predispuesto a jugar un juego solidario donde no se puede jugar solo.