Desde su exceso irrespetuoso, desde una retórica que hace del margen y de la
errancia su centro vital, la obra de Pedro Lemebel se ha convertido en los últimos
años en un caso, casi ejemplar, de nomadismo escriturario. Una obra que no sólo
desmantela las rígidas fronteras de lo sexual, con una errancia travesti que hace estallar
la mirada falocéntrica de la literatura, sino que además dinamita otras fronteras, no
menos importantes en la historia cultural: las que separan el periodismo de la literatura,
la ficción de la dureza testimonial, la alta cultura de los géneros «menores»; lo
oral de lo escriturario.
En este artículo se problematiza la obra de Lemebel a partir de dos ejes básicos.
En primer lugar, se analiza la larga genealogía de la crónica en la historia cultural
latinoamericana como la de un género que permite leer la emergencia de la ciudad
moderna, sus múltiples representaciones, los miedos y fantasmas que provoca, sus
opacidades, conflictos y marginalidades. En un segundo momento, se estudia la relación
al interior de la obra de Lemebel entre género y poder, a partir de la hipótesis
de que ésta constituye un eje articulador de toda su obra.