Las uniones “tempranas” en Chiapas, México. Reflexiones sobre un proceso de investigación participativa con jóvenes indígenas
Fecha
2019-10-24
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Editor
Universidad Nacional de Rosario. Facultad de Humanidades y Artes. Escuela de Antropología. Departamento de Antropología Socio-cultural
Resumen
Esta ponencia trata de una experiencia reciente de investigación antropológica en tres
contextos indígenas de Chiapas, estado ubicado al sureste de México y muy conocido por
todos, debido a que hace 25 años atrás, fue el escenario de uno de los más importantes y
relevantes movimientos de lucha indígena, el zapatismo. Desde el año 2006, momento en
que me trasladé a vivir a San Cristóbal de las Casas por motivos laborales, inicié un
acercamiento a ciertas problemáticas juveniles vinculadas a la sexualidad y la reproducción
de jóvenes indígenas de los Altos de Chiapas. Estudié por varios años, la experiencia de la
migración interna e internacional y sus implicaciones en las trayectorias sexuales y
reproductivas de varones y mujeres (Reartes, 2014).
En esta ocasión voy a reflexionar sobre un trabajo de investigación participativa que tuvo
como principal objetivo documentar la configuración actual de las uniones “tempranas” en
jóvenes indígenas, fenómeno que continúa estando “naturalizado” en muchos contextos
rurales e indígenas de México. La pertinencia de esta comunicación en este evento radica
en su conexión con el debate central de las Jornadas en torno a la “naturalización” de
ciertas desigualdades sociales, en sectores de la población particulares (en este caso la
juvenil) y en torno a problemáticas vinculadas con el género, el parentesco y la sexualidad,
dimensiones centrales de la reproducción de las sociedades.
Me interesa no sólo visibilizar las dimensiones clave de las uniones tempranas que
estudiamos (en un contexto y tiempo determinado) sino también pensar el papel que como
antropólogos podemos ejercer desde organismos oficiales o desde organizaciones civiles,
como fue en este caso, para promover procesos de reflexión colectiva sobre ciertas
desigualdades sociales que se encuentran normalizadas en los conjuntos sociales.
El “problema” de las uniones tempranas.
Por “uniones tempranas”, consideramos las uniones formales o informales, en donde al
menos uno de los contrayentes es menor de 18 años.
Según UNICEF (2019) 10 países cuentan con los más altos números absolutos de
matrimonio infantil, tomando como población las mujeres entre 20 y 24 años que se
casaron antes de cumplir los 18 años. India ocupa el primer lugar con 26, 610,000, seguido
de Bangladesh (3,931,000) y Nigeria (3,306,000).
Entre las causas de este problema se encuentran las desigualdades de género ancladas en un
sistema patriarcal de poder y subordinación, ciertas prácticas sociales y culturales, la
pobreza y la inseguridad que existe en determinados contextos marcados por la violencia,
los conflictos armados o los desastres naturales. Las implicaciones son múltiples y se
manifiestan en el corto, mediano y largo plazo. En el ámbito educativo, estas uniones
favorecen la deserción escolar y sus consecuencias asociadas. En el ámbito de la salud,
pueden condicionar: violencia sexual, embarazos tempranos, riesgos obstétricos así como
infecciones de transmisión sexual, incluido el vih/sida. En el terreno de las dinámicas
familiares y de pareja, pueden favorecer distintos tipos de violencia y maltratos.
Los matrimonios infantiles y las uniones tempranas han recibido una atención limitada y
reciente en América Latina y el Caribe. En 2017, en toda la región el 23% de las mujeres de
20 a 24 años de edad ya había estado casada o en unión a los 18 años y el 5% a los 15 años.
Los datos sobre tendencias muestran que América Latina y el Caribe es la única región del
mundo donde no se ha registrado un descenso significativo en los últimos 20 años. Los
países con mayor prevalencia son República Dominica y Brasil, con 36%, Nicaragua con
35%, Honduras con 34%, Guatemala con 30% y el Salvador y México con 26% (Greene,
2019).
“La invisibilidad del fenómeno se debe en parte al arraigo histórico y cultural y su
naturalización y se ve reforzada por falta de datos a largo plazo y porque la información
básica sobre matrimonio infantil no se actualiza o no está disponible en algunos países”.
(Greene, 2019:8). Otro aspecto que afecta el estudio de la problemática y la comparación
entre diferentes regiones, países y contextos refiere al uso de varios términos para referirse
al fenómeno como: unión consensual, unión forzada, unión temprana, matrimonio infantil,
unión libre, unión de hecho (Greene, 2019).
México presenta la quinta tasa más alta de América Latina y el Caribe, estimándose que
22.9% de las mujeres de 20 a 24 años se casaron o entraron en una unión informal antes de
los 18 años y esta tasa no ha cambiado en casi 30 años (Rivera y Palma, 2017, p.4). En
Chiapas la tasa de matrimonio infantil alcanza un nivel de 30% y esta es también la tasa
para la población rural en 14 estados de la república (Pérez Amador y Hernández, 2015.
Citado en Rivera y Palma, 2017:4).
En nuestro país, la Ley General de Derechos de Niñas, Niños y Adolescentes establece los
18 años como edad mínima para contraer matrimonio sin la otorga de dispensas o
excepciones, aunque los códigos civiles, de familia de algunos estados y el Código Civil
Federal permiten el matrimonio infantil a través de dispensas o excepciones.
En México, el estudio de las prácticas matrimoniales en contextos rurales e indígenas
cuenta con una larga trayectoria, en tanto la antropología siempre ha tenido como interés el
estudio del parentesco y la búsqueda de modelos y patrones en lo que respecta por ejemplo
al tipo de arreglos y los rituales asociados (González Montes, 1999; González Montes y
Mojarro Iñiguez, 2011; Mindek, 2003). Sólo en los últimos años la mirada y abordaje
teórico y metodológico de la perspectiva de género ha complejizado su estudio y
comenzado a visibilizar el papel del patriarcado y la subordinación femenina en la
conformación de las uniones. Por otro lado, recientemente ha emergido un impulso global y
regional desde distintas organismos internacionales y nacionales que han logrado poner en
las agendas la importancia de estudiar e intervenir para prevenir, disminuir y erradicar esta
práctica violatoria y garantizar los derechos de niñas, adolescentes y jóvenes.
En los objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) existe una meta específica sobre prácticas
tradicionales nocivas que incluyen el matrimonio infantil y como parte de la Iniciativa 18+
en América Latina y el Caribe se han impulsado estudios regionales que buscan destacar las
especificidades de la región y encontrar similitudes y diferencias que permitan informar
mejor las políticas públicas.
Las reflexiones que presento en esta ocasión se derivan de una investigación llevada a cabo
por la organización civil Ideas, Información y Diseños Educativos para Acciones
Saludables A.C. Chieltik, con el financiamiento del Fondo para Jóvenes de Centroamérica
y México (CAMY) y se realizó entre febrero del 2018 y junio del 2019.
Palabras clave
uniones “tempranas”, Chiapas, México, Reflexiones sobre un proceso de investigación participativa con jóvenes indígenas