En este artículo el soberanismo, como parte del populismo, se define por la combinación
de tres factores. Primero, por la reducción del “pueblo”, como autor de la Constitución
y titular de la soberanía, al electorado. Segundo, por la atribución de un poder
constituyente, entendido como el poder de reescribir las reglas del juego político, al electorado.
Tercero, por el supuesto de que existe una interpretación única del interés general
del pueblo reducido a un electorado y que está justificada la intolerancia hacia fuerzas
políticas que se oponen. Contribuyen al impresionante caudal del río soberanista populista
tres afluentes insospechados, arraigados en nuestra cultura política, no directamente
relacionados con el populismo.