La primera vez que vi a Paolo Fabbri fue en el curso de Teoría de la Información
que dictaba en el recientemente inaugurado DAMS de la Universidad de Boloña.
Era octubre de 1976 y era su primera lección. Estábamos sentados en la segunda
fila con Jorge Lozano y Cristina Penamarin, lo que luego se llamó “el grupo de los
hispanoparlantes”, pero nosotros aún no nos conocíamos. Su clase, como en el texto de Barthes que lo inspiraba tanto, la dedicó a las múltiples estrategias de uso de
los anteojos negros –para él todo era sujeto de semiosis– y, dirigiéndose a un horizonte infinito detrás nuestro, explicó la forma de mostrar cómo se había llorado.
Palabras clave
Fabbri, Paolo, Semiótica, Intelectuales, América Latina