[es] Este artículo trata sobre la expansión y mutación
del régimen político democrático, el cual ha
adquirido una validez y valor universales, conllevando consecuentemente la centralidad de la
ciudadanía, entendida como un espacio de individuos dotados de derechos o que los reclaman,
y que constituyen vínculos asociativos e identitarios cambiantes.
Pero la expansión ciudadana tiene como correlato un cuestionamiento de los lazos de representación en los diferentes órdenes de la organización social, dándose una emancipación del
mundo político: los intereses y los ideales no se
constituyen en lo social sino en el espacio pú-
blico junto a las identidades ciudadanas que los
sustentan. La evolución contemporánea evidencia que el
propio sistema institucional y normativo está
en revisión y renovación permanente: en el ré-
gimen democrático la ciudadanía autónoma se
mantiene distante del poder sometiendo a sus
gobernantes legales a la renovación de la legitimidad de sus decisiones. En virtud de ello también puede definirse el régimen político como
una democracia continua cuya esencia es la vida
ciudadana que no podría transcurrir sin un dispositivo institucional, pero ella no se desenvuelve
en “su interior”. En consecuencia ese dispositivo
no es definitivo y universal sino que está sujeto a las mutaciones que requieren los principios
democráticos.