FAPYD - Centro Universitario Rosario de Investigaciones Urbanas y Regionales (CURDIUR.FAPyD-UNR/1981-2019)
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Examinando FAPYD - Centro Universitario Rosario de Investigaciones Urbanas y Regionales (CURDIUR.FAPyD-UNR/1981-2019) por Materia "Arte de la distribución"
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Ítem Acceso Abierto Casas de familia. Entre la domesticidad y la representación(Ed. A&P - Laboratorio de Historia Urbana CURDIUR- FAPyD UNR, 2007) Albertalli, María Pía; Cutruneo, Jimena PaulaA fines del siglo XIX los problemas de las casas burguesas rondaron cuestiones referidas a una búsqueda de diferenciación respecto a las clases populares y a la reformulación del esquema tipológico de la casa de patios tradicional. En las primeras décadas del siglo XX esta reformulación tendió a estabilizarse, quedando en el tintero las nuevas exigencias de carácter. En este marco De Lorenzi inició su profesión, reconociendo tempranamente que la manipulación de la escala -tan útil en sus proyectos de rascacielos e instituciones- no era un recurso válido para las casas de familia. Las reducidas dimensiones de los lotes céntricos, generalmente entre medianeras, exigían una mirada novedosa al tema de la representación que luego trasladaría a otros programas. De alguna manera podríamos pensar que “lo moderno” sustituye a lo monumental. La representación y el carácter no agotan las búsquedas de De Lorenzi: también repiensa el hôtel francés como matriz distributiva y, en su revisión, la domesticidad mediante nuevas relaciones espaciales. El departamento (como agrupación de locales con servicios, desempeños y escaleras en una secuencia de menor a mayor privacidad) permite dejar de lado la enfilade y se presenta en el conjunto como unidad formal. Esto que Choisy denominara “desorden razonado” es, para De Lorenzi, la gran enseñanza de l’art de la distribution del siglo XVIII. La rotación de ejes cuyos orígenes rastrea en el Hôtel de Matignon (Paris), asegura el abordaje frontal de los locales mediante circulaciones laberínticas, preservando la centralidad del eje procesional en el ingreso a cada uno de ellos. Aunque simplificado, este recurso también forma parte del repertorio de esos años. En lotes entre medianeras, y sobre todo con el avance de la fachada sobre la línea de edificación, investiga nuevas posibilidades con partidos -asimétricos o no- que explotan visualmente la idea de una placa suspendida o apoyada en pilotis, generando una fuerte línea de sombra en la planta baja que remite a la asimilación del carácter con lo novedoso. Otro tema crucial para De Lorenzi en las Casas de Familia es la relación entre la domesticidad y la representación en el interior de la vivienda, a través de la escalera como articuladora espacial. La exploración espacial también se traduce en los movimientos en el corte revelando una búsqueda solitaria en nuestro medio que lo aproxima al Raumplan y a algunas exploraciones en lotes estrechos de la arquitectura inglesa. Este trabajo espacial se produce paralelamente a un reajuste tipológico que posibilita recuperar en parte, y para el mundo “interior”, aquella riqueza propia de las construcciones aisladas. Las contrafachadas se trabajan en distintas profundidades. En este punto, lo representativo de la vivienda, en algún momento ligado exclusivamente a la fachada y la relación con la calle de los espacios sociales masculinos, comienza a integrarse con la domesticidad y la introversión de los espacios femeninos, llevando al extremo la ausencia de monumentalidad como el verdadero carácter de las casas de familia...Ítem Acceso Abierto Viviendas para el mercado(Ed. A&P/ Laboratorio de Historia Urbana CURDIUR- FAPyD UNR, 2007) Cutruneo, Jimena PaulaEn los inicios de su carrera profesional, De Lorenzi advertía sobre los riesgos de la especulación inmobiliaria cuando ésta invadía el campo artístico; sin embargo son numerosos sus encargos de viviendas para el mercado, aún de aquellas de pequeño porte. No se trata de simples actuaciones seguidoras de los criterios ya estabilizados en el medio, sino que las viviendas son consideradas como oportunidad para profundizar en tres cuestiones cuya importancia para la práctica arquitectónica excede este segmento restringido del hacer; nos referimos a la distribución, el decoro y la explotación del perímetro de un edificio. De Lorenzi caracterizaba el arte de la distribución cuando afirma que “el mejor camino a seguir para llegar a una buena solución del proyecto es: una vez analizado el programa, buscar el partido más conveniente a las características del proyecto, coordinando en un rápido croquis todo el esqueleto de patios, aire y luces, pasajes, ambientes, dependencias y servidumbre...”. Su referencia permanente son los criterios del hôtel francés que explotó en las casas de familia como clave para la compactación de la planta en lotes restringidos. En estos casos, la reducción relativa de las superficies según el “tipo inmobiliario” lo obliga a reducir desempeños y lugares intermedios. De esa manera es fácil distinguir un amplio arco de resoluciones que van desde los departamentos en edificios de renta (donde estos “filtros” espaciales y circulatorios se explotan como expresión de la “categoría” del edificio y su potencial consumidor); a ensayos de unificación espacial cuyo caso extremo, como respuesta a los cambios de vida presupuestos en espacios de veraneo, son los “refugios” en Piriápolis; pasando por la simple yuxtaposición de locales sin mediaciones que, entre otras cosas, servía para recuperar la indeterminación funcional y la adaptabilidad de las habitaciones de la casa chorizo. Otro tema explorado por De Lorenzi es la superación de la noción de fachada y contrafachada por una envolvente pensada como membrana plegable que le permite liberar el perímetro para asegurar fuentes de iluminación y ventilación directa. El mercado se había reapropiado de la cuestión del decoro, reconsiderado fórmula para la obtención de un buen producto para la venta, tal como se aconsejaba en las revistas profesionales del momento. La clave era la utilización de materiales durables, de buen aspecto y la atención en la resolución de la fachada. En su caso lo plantea no tanto como conformidad a las convenciones, sino como diferenciación -de acuerdo al segmento del mercado al que se orienta, el comitente privado o institucional, la localización urbana, suburbana o campestre- de unidades habitaciones. Los recursos, entonces, tienen que ver con la variedad en la resolución formal del edificio: retiros, jardines, tamaño y cantidad de balcones, pórticos, basamentos, coronamientos, según el segmento del mercado al que están orientadas las viviendas. La diferencia como marca del arquitecto no queda sólo acotada a lo formal, sino que se extiende a las estrategias de distribución: la disposición o no en departamentos, la presencia o no de office e íntimos, la flexibilidad espacial, la búsqueda de nuevos agrupamientos de locales, que incluso alcanza a la diferenciación e individualización de las distintas unidades habitacionales de un conjunto. De este modo, plantea como marca distintiva del arquitecto la posibilidad de la variación y la diferenciación intentando: “...resolver en cada caso el problema con las formas que más satisfagan al mismo...”