Este texto ha sido pensado desde la perspectiva de un arqueólogo
en cuyo campo de interés profesional y personal el arte es importante.
Nuestro enfoque trata, apasionadamente, “[…] de penetrar cosas secretas
y ocultas a base de elementos poco apreciados o inadvertidos, de detritos
o “desperdicios” de nuestra observación” (Freud 1972: V, 1883; Ginzburg
1989: 141). Thomas Huxley –en un ciclo de conferencias que impartió en
1880 para difundir los descubrimientos de Darwin– lo denominó el “método de Zadig” y apelaba a la historia, la arqueología, la geología, la astronomía
física y la paleontología; con posterioridad, la historia del arte tuvo una responsabilidad crucial en su aplicación y desarrollo (Ginzburg 1989: 157). El
paradigma indicial, como lo denomina Ginzburg, trata “… la manera en que
ciertos mínimos indicios han sido asumidos una y otra vez como elementos
reveladores de fenómenos más generales: la visión del mundo de una clase
social, o de un escritor, o de una sociedad entera. […] La existencia de un
nexo profundo, que explica los fenómenos superficiales, debe ser recalcada
en el momento mismo en que se afirma que un conocimiento directo de
ese nexo no resulta posible. Si la realidad es impenetrable, existen zonas
privilegiadas –pruebas, indicios– que permiten descifrarla […] Pero el propio
paradigma indicial usado para elaborar formas de control social cada vez más
sutil y capilar puede convertirse en un instrumento para disipar las brumas
de la ideología, que oscurecen cada vez más una estructura social compleja,
[…]” (Ginzburg op.cit.:162-3).