Así como en los albores de la era Cristiana la Medicina tuvimos un Claudio forjador de antojadizos laberintos fisiopatológicos, el siglo XIX nos legó una suerte de compensación en la persona de Claude Bernard (1813-1878), un fisiólogo de fuste nacido en Saint Julien (Rhône), en el seno de una familia de vinicultores.