Es de larga data el cuestionamiento hacia las instituciones educativas,
tanto por el lugar que cumplen –o deberían cumplir– en sociedades desiguales
como la nuestra, como por sus modos particulares de ordenar la
enseñanza y el aprendizaje. No obstante, en los últimos años asistimos a
un proceso acelerado de cambios en torno a la transmisión de la cultura
y el conocimiento. Las transformaciones tecnológicas y las modalidades
históricas de relaciones sociales tensan la escena pedagógica, evidenciando también los signos de agotamiento de los modelos de arquitectura
escolar hegemónicos, abogando por nuevas o renovadas respuestas. En
este contexto, al que se suma la contingencia sanitaria a escala global de , el presente invita a reflexionar, quizás como pocas veces en la historia, sobre la dimensión espacial de los edificios escolares. 5evisitar los
fundamentos y las relaciones entre arquitectura, pedagogía y espacios
para el aprendizaje se ha vuelto un imperativo. Abonar la arquitectura
escolar como tema de investigación y reflexión es parte de esta urgencia.
En Argentina, y en toda Latinoamérica, continuamos reivindicando a la
experiencia escolar como un espacio de inclusión irremplazable al colectivo social. Por ello, seguir promoviendo en las escuelas de arquitectura
al programa escolar como ejercicio de las cátedras de proyecto y construyendo edificios escolares podrá interpretarse como acciones de legitimación, de defensa de la escuela pública y, si se quiere, de resistencia.
Este número de A&P Continuidad partió de una invitación a cuestionar,
trascender y problematizar el edificio y el programa escolar desde la dimensión amplia y p¼blica de los espacios educativos. Alentó la reflexión
sobre la arquitectura escolar como tema de investigación, con el presupuesto de que ha devenido en un tema de investigación y de que en los
últimos años se han multiplicado los trabajos en torno a ella.