En este artículo nos proponemos explorar y abordar el primer umbral de la relación que se inaugura con la interpelación que habitualmente los jóvenes reciben por parte de la policía, relación que se va tensando en un juego alternado y contradictorio, y que tiene al lenguaje como escenario de una disputa donde lo que está en juego es el prestigio de ambos: el del policía y del joven.