En el “Atlas de Música”, Ulrich Michels (1988) expresa que
La música contiene dos elementos: el material acústico y la idea intelectual […] que se
combinan […] para formar una imagen unitaria.
Para convertirse en vehículo de la idea intelectual, el material acústico experimenta una
preparación premusical, mediante un proceso de selección y ordenamiento (p. 11)
Para definir posteriormente:
Pero el elemento intelectual que contiene liga asimismo la música al trasfondo general de la
historia de la cultura y el pensamiento. La música suena en cuanto expresión y gesto de su
época, y sólo como tal puede comprendérsela por completo (p. 11)
El material acústico refiere al sonido como fenómeno físico, factible de ser descripto mediante
algunos parámetros objetivos, medibles:, como frecuencia, velocidad de propagación en el medio, longitud
de onda, relación entre componentes espectrales, nivel de presión sonora, etc., y a los que se suman otros
resultantes de nuestro sistema de percepción auditiva y que han sido estudiados extensamente por la
psicoacústica: enmascaramiento, sonoridad, etc.
La idea intelectual a la que hace referencia Michels se manifiesta de varias maneras, sea en los
rasgos propios de la creación de un compositor particular, y que reflejan su impronta y originalidad, como
también en los rasgos comunes entre diferentes compositores atribuibles a la práctica musical de la época,
al género musical, etc. Es así que el tratamiento característico de un aspecto musical en un momento histórico puede no serlo en la etapa siguiente, tal lo que ocurre, por ejemplo, con la noción de consonancia y disonancia. En este estudio nos centraremos en las características técnicas representativas de la Armonía y el Contrapunto en la Tonalidad materializadas en la obra de diferentes autores, enfatizando aquellos cuyo trabajo haya dejado un sello trascendente en la historia de la música.