“Me abrumas con toda tu tarea, Mimbre se mueve, parecería que
estuviera soportando un huracán, hermoso todo eso”.1 A comienzos de
1967 Edgardo Antonio Vigo le escribía a su amigo Guillermo Deisler, alegrado por la intensidad del proyecto editorial que éste llevaba a cabo desde
la ciudad de Antofagasta, en Chile. Bajo el sello Mimbre, fundado en Santiago en 1963, Deisler venía publicando una serie de ediciones artesanales
ilustradas con grabados xilográficos, libros y carpetas de cuento y poesía
de escritores jóvenes (muchos de ellos inéditos), además de varios textos
de su autoría. En los años siguientes y hasta 1973, cuando tras el golpe de
estado en Chile Deisler se ve obligado a exiliarse, Mimbre extenderá su
apuesta editorial a la publicación de poesía experimental y libros de artista.