El rostro de Herminia Severini envuelto en un pañuelo blanco, su voz y su presencia forman parte insoslayable del escenario de la protesta social rosarina actual, desbordando ampliamente el campo de la defensa de los derechos humanos. Sin embargo, aunque su presencia sea familiar en el ámbito local, su historia de participación social no comenzó cuando su hija Adriana desapareció. Esa, que es la historia de muchas Madres no es la historia de Herminia. Nos encontramos con una trayectoria que fue conjugando distintas rebeldías: frente a las imposiciones familiares primero, a las conyugales después, y mas tarde a las laborales y políticosociales. Los derroteros de Herminia se han desplegado con paciencia e impaciencia por toda la segunda mitad del siglo que dejamos atrás; se ha involucrado voluntariamente en significativos procesos y experiencias pero también se ha visto arrastrada a una militancia por la que nunca hubiera deseado tener que transitar.