Para muchos historiadores, el uso de las herramientas propias de la
geografía suele provocar cierto extrañamiento, y a veces incluso puede
ser una complicación inesperada. Podríamos especular sobre las causas
de esta situación: en primer lugar, un defecto de formación, sobre todo
en las nuevas generaciones de historiadores. Pero otra causa bien
puede ser la escasa disponibilidad de producciones geográficas serias y
a la vez accesibles para quienes cultivan disciplinas diferentes a la
geografía. En el campo de la historia, los que más padecen estas
circunstancias son los investigadores de especialidades más ligadas a lo espacial, como lo es sin duda la historiografía agraria.