2019-06-072019-06-072016-091853-9580http://hdl.handle.net/2133/15184Hay una historia de camas vacías, frías y secas. Y otra de camas repletas, húmedas y calientes. Hay una historia de camas que son administraciones del censo, ministerios de la reproducción nacional, mesas forenses. Y otra de camas que son máquinas célibes. Hay una historia de camas morales. Y otra de camas histéricas, fetichistas, homosexuales, neurasténicas, narcóticas, anales, alcohólicas, frígidas, seropositivas, inválidas. Sobre estas reposa una genealogía maldita de encamados. Anne Sexton: “De noche, sola, me caso con mi cama”.2Virginia Woolf: “Ahí se va solo y mejor así”.3 Camas desde donde las nubes se mueven detrás de las ventanas como un “cine gigante encendido perpetuamente en un espacio vacío”.4 Hay una historia de camas que son tribunales de justicia, secretarías de gobierno. Y otra de camas que son altos centros revolucionarios, fallas epistémicas, panteones o mejor cloacas de la investigación contracultural.application/pdf184-192spaopenAccessCatálogoTeatro Proletario de CámaraDossierEncamadosarticleAutorhttps://creativecommons.org/licenses/by-nc-nd/4.0/