2018-08-222018-08-2220060327-215Xhttp://hdl.handle.net/2133/11875A partir de 1990, con el alzamiento indígeno-campesino ecuatoriano, han aparecido en América Latina nuevos movimientos sociales, rápidamente extendidos espacialmente. En la mayoría de los casos se trata de movimientos que presentan una doble condición: étnica (pueblos originarios) y clasista (campesinos), la cual, en rigor, no es nueva. La excepción es la de algunos movimientos sociales urbanos argentinos. A diferencia de los movimientos de los años 1970 y 1980, los actuales se han producido bajo regímenes democráticos, a menudo cuestionando su legitimidad, desestabilizando gobiernos e incluso derribándolos, no renegando de la democracia sino procurando su radicalización. Los movimientos analizados tienen un punto en común: se trata de formas reactivas de lucha que, siendo inicialmente sociales, más temprano que tarde se tornaron políticas, se interceptaron –y hasta colisionaron– con el Estado.application/pdf15-62spaopenAccessMovimientos socialesAmérica LatinaProtestaQuedarse afuera, ladrando como perros a los muros. Protesta y movimientos sociales en América Latina en la bisagra de los siglos XX y XXIarticleAutorhttps://creativecommons.org/licenses/by-nc-sa/4.0/