2018-09-082018-09-0820162408-4409http://hdl.handle.net/2133/12360El artículo estudia un conjunto de novelas ecuatorianas –publicadas en el curso del nuevo siglo–, que explícitamente evidencian, y problematizan, el diálogo con su propia tradición narrativa. Sus autores recurren a estrategias de apropiaciones, reescrituras, hurtos y “correcciones”, en un juego de amplias resonancias intertextuales y metaliterarias. El corpus de estudio lo conforman cinco novelas: El pinar de Segismundo (2008), de Eliécer Cárdenas; Oscurana (2011), de Luis Carlos Mussó; Memorias de Andrés Chiliquinga (2013), de Carlos Arcos; Tatuaje de náufragos (2008), de Jorge Velasco Mackenzie, La desfiguración Silva (2014), de Mónica Ojeda. Las novelas mencionadas se construyen alrededor de una red de relaciones y referencias a otros textos, en donde la literatura misma deviene archivo y fuente de nuevas escrituras. Interesa pensar la construcción de una línea de filiaciones y genealogías literarias, la memoria afectiva como detonante de un deseo de escritura, la presencia del nombre propio como disparador de sentidos, la producción de pensamiento y debates desde la imaginación literaria, la aparición de escritores y personajes en calidad de fantasmas que interpelan al escritor contemporáneo en calidad de heredero de una tradición. Los autores de las novelas discutidas son, ante todo, lectores de una tradición narrativa: escriben desde una biblioteca compartida, y desde una particular relación afectiva con personajes, libros y escritores que habitan la memoria literaria. Interesa leer la novelística contemporánea como escenificación de un legado, así como un ejercicio de rememoración, reescrituras y trabajo en comunidad.The last years The article studies a set of Ecuadorian novels - published in the course of the new century - that explicitly make evident and problematize the dialogue with their own narrative tradition. Their authors resort to strategies of appropriation, rewriting, theft and "corrections", in a game with extensive intertextual and meta-literary resonances. The corpus of study is made up of five novels: El pinar de Segismundo (2008), by Eliécer Cárdenas; Oscurana (2011), by Luis Carlos Mussó; Memorias de Andrés Chiliquinga (2013), by Carlos Arcos; Tatuaje de náufragos (2008), by Jorge Velasco Mackenzie, La desfiguración Silva (2014), by Mónica Ojeda. The aforementioned novels are built around a network of relationships and references to other texts, where literature itself becomes a source and archive of new writings. It is interesting to think of the construction of a line of affiliations and literary genealogies, affective memory as a detonator of a desire for writing, the presence of the proper name as a trigger of senses, the production of thought and debates from the literary imagination, the appearance of writers and characters as ghosts that challenge the contemporary writer as heirs to a tradition. The authors of the novels discussed are, above all, readers of a narrative tradition: they write from a shared library, and from a particular affective relationship with characters, books and writers who inhabit literary memory. It is interesting to read contemporary novels as the staging of a legacy, as well as an exercise in remembrance, rewriting and working in community.application/pdf68-100spaopenAccessLiteratura ecuatoriana contemporáneaNovela ecuatorianaVigencia de Jorge Icaza y Pablo PalacioContemporary Ecuadorian literatureEcuadorian novelValidity of Jorge Icaza and Pablo PalacioEliécer CárdenasFiliaciones, huellas literarias, reescrituras: cinco novelas ecuatorianas.articleAutorhttps://creativecommons.org/licenses/by/3.0/deed.es