2018-09-042018-09-0420172545-6504http://hdl.handle.net/2133/12254Mi vida atraviesa mi investigación, eso supone que las emociones que se desprenden de experiencias, pensamientos, deseos, en los que me veo involucrada a diario, están volcados en ella de alguna manera. Sin embargo, un espacio serio y riguroso como el de la ciencia, no puede verse contaminado por el mundo de los sentimientos, generadores de subjetividad e imparcialidad. Y es que, todo ello se da cuando lo realmente relevante son los resultados. No obstante, para mí, desde la etnografía feminista, los resultados no son lo más importante. Lo que me resulta interesante es el proceso. La cuestión es que, yo también me he formado y me he construido en un mundo en el que lo relevante era “la verdad”de la ciencia. De manera que cuando me pongo a investigar sobre mi intimidad y la de otras -pues intento averiguar desde nosotras, si las parejas de lesbianas se construyen como relaciones de género-, me doy de bruces con las emociones, y afloran mis miedos y vergüenzas al dudar, yo misma, de la validez de mi investigación.application/pdf200-228spaopenAccessAutoetnografía feministaLesbianaEmocionesMiedos y vergüenzas en la investigación científicaarticleAutorhttps://creativecommons.org/licenses/by-nc-nd/4.0/