2018-12-102018-12-1020161850-3667http://hdl.handle.net/2133/13767El llamado “positivismo argentino” posee, en sus dos figuras mayores, un marcado perfil ensayístico. En Ramos Mejía como Ingenieros, aunque particularmente en el primero, subsiste algo indómito y singular que al insistir en el cuerpo de escrituras, los sustrae a la cómoda referencia a categorías fijas o estancas. En este sentido, lo ensayístico resulta solidario de una cierta improvisación que busca afrontar los desafíos de la singular realidad emergente con vistas a la consolidación del nuevo Estado y a la configuración de la nación. Pero, para concretar este fin, la nueva sociología debe conformar su lectura sobre la base de la interacción de tres figuras en las que se cohesiona el cuerpo social. En primer lugar, la historia. La clave para comprender la disposición de la futura nación debe ser extraída de una interpelación a lo muerto, a la morbidez patógena que subsiste a la celebridad de los nombres. En segundo lugar, el terror. Éste habita las interrupciones del tiempo histórico. Es respecto de él, la mueca suspendida y brutal en la que se actualiza la violencia y la locura. Finalmente, en tercer lugar,la simulación. Que en el reverso del terror, se consagra al equívoco que instituye la coexistencia anacrónica de lo tardío y lo iniciático. Continuo transformismo en el que se disuelven los contornos estables de las formas.application/pdf66-119spaopenAccessHistoriaTerrorSimulaciónLocuraPositivismoHistoria, terror y simulación en Ramos Mejía e IngenierosarticleAutorhttps://creativecommons.org/licenses/by-nd/4.0/deed.es